sábado, 5 de julio de 2014

Consejo Nº1 (¡Callate y baila conmigo!)

Manual para aprender a bailar mejor

Consejo Nº1: Relájate, solo déjate llevar por la música.



Vero: ¡No puedo creer que lo hiciste! ¿Qué te respondió?

Feña: XD

Vero: ¡¡¡DIMELO!!!¡¡¡ ESTOY MURIENDO AQUÍ!!!

Feña: :P

Vero: >o< la curiosidad me está MATANDO!!! >o<

Me reí de su respuesta y comencé a tipiar rápidamente en mi celular:

Feña: el dijo que podíamos juntarnos después de clases

Vero: No puedo creer que le pidieras al chico nuevo que te enseñara a bailar.

Vero: Y que aceptara.

Feña: yo tampoco, pero…

Mi celular fue arrancando de mis manos y me di la vuelta para ver a papá dejándolo en el cesto del pan junto con el de Miguel.

—Nada de teléfonos en la mesa – señaló sentándose en su lado de la mesa y poniendo una mano en la silla de Miguel quien se estaba balanceando en ella – Conocen las reglas.

Sip, las conocía. Pero no podía evitar perderme en mi celular cada vez que me ponía a hablar por Whatapp con Verónica, era como si todo lo demás desapareciera. La casa se podría estar quemando y yo no me daría cuenta.

—Entonces, Miguel ¿cómo te fue en tu examen de matemáticas? – Mi papá siguió comiendo de su plato de espaguetis ajeno a la mirada de terror que se apoderó de Miguel.

—Más o menos, pero papá, todavía no entiendo como dejaste que un desconocido vaya a enseñarle a bailar a Fernanda.

Rodé los ojos ante la respuesta de Miguel. El siempre hace lo mismo. Cada vez que no quiere responder algo, dice algo sobre mí y entonces papá se olvida completamente de que está hablando con él en primer lugar.

—Solo son clases de baile y además, pensé que era tu amigo, ¿no ha estado aquí como tres veces para hacer trabajos contigo?

—Eso no significa que seamos amigos – refunfuñó Miguel echándole un vistazo a su celular que estaba vibrando en la cesta del pan en el mueble de la cocina — Además, escuché que le gustan los chicos.

Mi papá sonrió –Mucho mejor, así no tengo que preocuparme.

Fruncí los labios y él me dio una mirada de disculpa – No me importa si le gustan los chicos o las chicas. Es un excelente bailarín y eso es todo lo que importa – Me enderecé y le estreché mis ojos a Miguel – Y tu no deberías creer en todo lo que escuchas.

Hizo una mueca de, como sea y comenzó a llenar su boca de espagueti. En realidad, yo también había oído eso, pero era un país libre y a él podrían gustarles los calamares gigantes y no tendría porque importarle a nadie, además no es como si quisiera ir a besuquearme con el después de clases, solo quería que me enseñara a bailar y el fue bastante agradable en aceptar ayudarme.

Primero había pensado en el grupo de baile del colegio, pero rápidamente lo rechacé porque ellos llevaban mucho tiempo juntos y eran simplemente maravillosos, sin mencionar que Marco también estaba allí y no quería que el viera mi fallido intento de aprender a bailar.

Tú te preguntaras porque no le pedí a alguna chica que me enseñara, pero la respuesta es fácil. Las chicas de mi colegio no son exactamente amistosas conmigo, de hecho son todo lo contrario. Creo que la cuestión radica en que somos de dos mundos totalmente diferentes. Ellas son todo maquillaje y ropa reveladora para que todos a su alrededor se les queden mirando, mientras que yo me preocupo mas por sacar buenas notas y leer el máximo posible de libros paranormales como pueda. Así que, en conclusión, las chicas no eran una opción viable.

Estaba comenzando a ponerme frenética cuando recordé al amigo, o bien, no amigo de Miguel que había venido a casa un par de veces para terminar un trabajo. Se había mudado a este pueblo alejado de Dios hace solo unos meses cuando comenzaron las clases y en mi súper intento de ver la mayor cantidad de veces posibles a Marco, me di cuenta de que se había incorporado al grupo de baile y era bastante bueno en eso.

Ni siquiera lo pensé y creo que esa fue la clave porque no había duda en mi mente de que si hubiera meditado sobre esto un poco más, jamás de los jamases me habría atrevido a acercarme a él. No le dije a nadie lo que tenía planeado, ni siquiera a Verónica porque se había escapado con su novio, a no sé dónde y no habían ido a clases. Así que solo me armé de valor y esperé a que Alex estuviera solo para pararme de mi banca y dirigirme hacia él con mis piernas temblorosas.

- Hola – Le dije en cuanto estuve lo suficientemente cerca. Me paré frente a él esperando que mis piernas no me traicionaran y me cayera – No sé si te acuerdas de mí, soy la hermana de Miguel y necesito pedirte algo.



ALEX



Estaba sorprendido de que esta chica me hablara, solo la había visto un par de veces pero me había dado cuenta de que era un poco tímida, las veces que había ido a su casa ella solo me había saludado con un simple hola sin hacer contacto visual y luego se había escabullido a su habitación.

Me preguntaba que quería pedirme. Estreché mis ojos hacia ella y simplemente asentí.

- Yo, um… se que estas en el grupo de baile y me estaba preguntando si podrías… darme algunas clases de baile.

¿Baile? ¿Ella de verdad dijo eso? Tal vez escuché mal.

- Disculpa, ¿dijiste baile?

- Si, yo… te pagaré, claro. No es como si fuera a ser gratis ni nada de eso.

Bueno, necesito dinero. Aunque esto era un tanto extraño. Si quería aprender a bailar ¿porque no solo se había unido al grupo de baile y ya?

- Está bien – Dije al fin - ¿Cuándo quieres hacerlo?

Su rostro se iluminó con una sonrisa.

- Podemos juntarnos después de clases si estas libre.

- Eso está bien.

- Bien, entonces… am, nos vemos el lunes después de clases.

Asentí – De acuerdo.

La vi casi correr hacia las salas con su cabello largo balanceándose y no pude evitar sonreír. Esto era probablemente lo más loco que me había pasado desde que llegué. Bueno, más o menos. Otra cosa que no me solía pasar en mi antiguo colegio era que las chicas que iban a ver nuestras presentaciones me pidieran mi nombre para agregarme a facebook. Creo que jamás había tenido tantos amigos en facebook.

Hoy era viernes, pero tenía que cuidar de mis hermanos más pequeños mientras que mi mamá cubría su turno en el hospital y papá salía a su habitual cena de negocios. Somos 5 hermanos en total, tengo dos hermanos mayores y dos menores. Soy el hermano del medio. Me llevo bien la mayoría del tiempo con todos, pero por lo general mis hermanos no se llevan bien entre sí.

Jorge y Manuel, mis hermanos mayores están en la universidad, pero aun viven en casa, ya que está lo suficientemente cerca como para ir en auto. Ellos normalmente salen los viernes hasta tarde, así que eso me deja siendo el único hermano mayor para cuidar a Tomas y Pablo. No es como si tuviera algo más que hacer, probablemente solo me hubiera quedado jugando en el computador como siempre.

Cuando llegué a mi casa, dejé mi mochila en el sofá y me dirigí a la cocina para comer algo. Tomi estaba sentado allí en uno de los bancos de la mesa de la cocina devorando un tazón de leche con cereales con una cuchara demasiado grande para su boca.

- Hola Tomi ¿Dónde está Pablo?

Tomi tenía los ojos pegados en la pequeña televisión en el mueble de la cocina y ni siquiera me vió cuando respondió.

- Está jugando PlayStation arriba.

Tomi era el más pequeño de todos con solo 7 años y siempre estaba peleando con Pablo, así que imaginé que estarían mejor separados aunque fuera solo por unos minutos.

- Bien, ¿ya almorzaste?

- Sip, mamá me dio de comer antes de irse y dijo que te dijera que tu comida esta en el microondas.

Desordené su cabello con mi mano haciendo que alzara sus pequeñas manos para intentar pegarme.

Una vez que terminé de comer dejé a los chicos sentados en el sillón de la sala viendo una película mientras que yo terminaba una tarea de inglés en el computador. Me gustaba que hubiera un poco de tranquilidad de vez en cuando, casi nunca era así, sobre todo cuando mamá estaba en casa. Todos gritaban y se peleaban para conseguir un poco de su atención. De papá también, solo que él no tiene tanta paciencia como mamá y siempre termina encerrándose en su oficina.

El sábado en la tarde no hubo ensayo del grupo de baile, así que aproveché de terminar unos trabajos que tenía pendiente y le ayudé a Tomas con su tarea mientras que Pablo peleaba con Manuel por el control de la televisión. Normalmente me interpondría entre ellos para que dejaran de pelear, pero mi papá llegó justo en ese momento de lavar el auto, le quitó el control a Manuel y puso una especie de película del medio oeste antiguo.

Y la pelea acabó.

Así el fin de semana se pasó tan rápido que ni siquiera me di cuenta. Para el lunes después de clases le pedí las llaves de una sala al director para las clases con Fernanda y él me las prestó con mucho gusto. No le dije que era para dar clases, solo le conté que necesitaba una sala para ensayar y él me palmeó la espalda tan fuerte que casi me bota. Después de todo, nuestras presentaciones en los concursos le hacían muy bien al colegio y seguro como el infierno que a él le gusta tener los trofeos que los chicos han ganado en competencias anteriores en las que yo no he participado.

Esperé a Fernanda fuera de su sala y ella se sorprendió cuando me vió - ¿Lista?

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