Explicación: Hola a todos, no sé lo que pasó con el capitulo Nº3 de ¡Cállate y Baila Conmigo!, creo que lo mas probable es que lo haya borrado accidentalmente así que decidí publicarlo nuevamente para todos aquellos aun no lo habían leído!!! Bye xoxox
No le des demasiada importancia al qué dirán.
ALEX
No pude evitar sonreír cuando vi la mirada enfadada en el rostro de Fernanda, ella se enfurruñaba cuando no podía hacer algún paso bien y yo sentía que estaba siendo demasiado dura consigo misma, después de todo solo era nuestra segunda clase y estaba seguro de que ella podría aprender muy rápido y ser realmente buena en esto. Solo necesitaba sentirlo un poco más y no pensar tanto.
Agarró su largo cabello oscuro con sus manos y expertamente lo unió todo en un solo moño apretado detrás de su cabeza. Ya estábamos por terminar y no quería que se fuera a casa sintiéndose mal, así que fui hasta mi mochila y saqué el chocolate que había puesto allí más temprano.
Se lo tendí a Fernanda y ella me miró con sorpresa.
- No me digas que no te gusta el chocolate porque no conozco a nadie que lo haga.
Me sonrió y tomó el chocolate de mis manos – Me gusta el chocolate, pero no pensé que fueras la clase de chico que lo compra.
Me sentí incomodo y rasqué la parte posterior de mi cabeza – Mmm, en realidad me lo regaló una chica esta mañana.
- Eso debió ser incomodo para ti – Me dijo nerviosamente.
- ¿Por qué? – Pregunté confundido. Era verdad que me había sentido incomodo cuando esa niña me detuvo hoy en el receso y me regaló el chocolate, pero no entendía porque Fernanda estaba tan nerviosa sobre eso.
- Ya sabes – Ella retorció un mechón de su cabello que había caído suelto de su moño en sus dedos y de pronto la comprensión me golpeó.
- Oh – Dije – Entonces tú también escuchaste los rumores. Aun no puedo comprender cómo surgieron.
Miró hacia otro lado avergonzada cuando habló – Algo sobre que fuiste a alguna protesta o algo así.
Me eche a reír y Fernanda giró su cabeza rápidamente hacía mí con sorpresa.
- ¿Entonces no es cierto? Digo… está bien si lo eres, no importa si…
Estaba nerviosa otra vez así que la detuve – No, no es cierto. Pero no entiendo como los rumores surgieron de eso. También he protestado por los derechos de los animales, pero eso no significa que sea un animal.
Ella se rió viéndose aliviada al saber que no había metido la pata con la cosa del chocolate y me reí junto con ella. Supongo que la mayoría de las personas del colegio pensaban lo mismo, pero en realidad me importaba un pepino lo que pensaran, mi vida era mi vida y podía hacer lo que quisiera con ella. Es por eso que había ido a esa protesta antes de que nos trasladáramos a esta pequeña ciudad, no entendía porque les importaba tanto a las personas cual era la orientación sexual de las personas, tenía un amigo que lo pasó muy mal debido a eso y esa fue en parte la razón de porque quise ir.
Después de haber terminado nuestro chocolate, el cual Fernanda compartió conmigo, salimos juntos del colegio antes de separarnos para ir en direcciones diferentes.
Cuando llegué a mi casa pude sentir el bullicio mucho antes de abrir la puerta. Ya sabía lo que me iba a encontrar. A los chicos peleando por una tontería. Después de pasar tanto tiempo en el colegio realmente necesitaba un poco de silencio y aquí no había forma de que lo hiciera.
Me preguntaba cómo era estar en una casa en donde hubiera un poco de silencio aunque sea por unos segundos.
FERNANDA
La casa estaba silenciosa como siempre, y me agradaba, siempre lo había hecho, aunque últimamente había comenzado a apreciar la compañía y el bullicio cuando estaba practicando con Alex y me gustaba mucho cuando Vero venia a la casa porque se sentía un poco más viva con ella aquí. Siempre había pensado en cómo se sentía vivir en una casa con muchas personas, probablemente no me aburriría nunca.
Estaba terminando un trabajo de investigación el viernes por la noche mientras mi papá estaba trabajando desde su computador al otro lado de la mesa muy concentrado en lo que estaba haciendo. La casa estaba silenciosa como siempre. Papá tenía su propia oficina pero cada vez que yo estaba sentada en la mesa estudiando o haciendo algo para el colegio, él siempre venia con su propio computador y se sentaba junto a mí para trabajar. Había sido así desde que tengo memoria y me gustaba tenerlo a mi lado, así que no decía nada. Miguel estaba encerrado en su habitación como siempre.
El timbre de la puerta sonó de repente haciendo que me sobresaltara. Todo estaba tan silencioso que el fuerte sonido del timbre resonó en toda la casa. Papá se levantó sacándose sus lentes y pasando una mano por sus ojos.
Fue hasta la puerta sin decir una palabra y de repente oí fuertes abrazos y una voz grave que de inmediato supe no pertenecía a mi papá. Estaba demasiado curiosa así que cerré mi computador y fui a ver quién era.
Me detuve en seco cuando vi de quien se trataba y le fruncí el ceño - ¿Qué haces acá?
Alex me sonrió y solo entonces reparé en su ropa. Estaba vestido con jeans azul oscuros y una chaqueta de cuero negro. Jamás lo había visto con nada más que su uniforme para el colegio y con ropa deportiva. Realmente se veía muy diferente vestido así, como si fuera una persona distinta.
- Vamos a salir ¿tu papá no te lo dijo?
Miré a mi papá y la culpa destelló en su mirada – Lo siento, olvide decírtelo esta tarde. Alex me llamó para preguntarme si estaba bien si salían esta noche y le dije que sí.
Lo miré – Le dijiste que si y ¿ni siquiera se te ocurrió pensar que tal vez yo no quería ir?
Sabía que estaba actuando como una niña pequeña pero no pude evitarlo. Mi papá sabía que yo no era de salir y era justamente porque no sabía bailar. Sabía que en algún lugar de la noche alguien se atrevería a pedirme bailar y no quería quedar como una tonta por no aceptar.
- Es parte de las clases – Alex había estado tan silencioso que hasta había olvidado que estaba aquí. Escuchó lo infantil que soné cuando hablé con mi papá y mis mejillas se pusieron calientes al pensarlo – Por eso tu papá aceptó, le dije que era muy importante y que no puedes simplemente decir que no.
Cerré los ojos frustrada con la situación. Mi papá me animó.
- Feña, tienes que ir, es lo que todas las adolescentes hacen. Además le dije a Alex que te trajera temprano, si te sientes mal te va a traer de inmediato o puedes llamarme y yo te puedo ir a buscar.
Él no me estaría animando si supiera que a Alex en realidad le gustaban las chicas, pero no le dije nada porque tenía razón, esto era lo que todas las adolescentes hacían y si quería que Marco me viera como algo más que una simple chica con la que hablaba a veces, tenía que salir de mi caparazón y hacer cosas que no me habría atrevido a hacer antes por timidez. Ya había dado el primer paso intentando aprender a bailar y si quería que esto realmente funcionara tenía que salir hoy.
Asentí y mi papá me dio un beso en la frente antes de salir de la sala.
- ¿Por qué no me lo dijiste antes?
Alex se pasó una mano por su nuca – Sabia que probablemente me dirías que no y creo que esto es necesario para ti.
No quería estar enojada con él así que me fui a cambiar por algo más apropiado. Me puse un vestido purpura apretado que me había regalado verónica para mi cumpleaños y una chaqueta negra encima por si hacia frio. Fui por lo fácil y solo enrolle mi cabello en una alta cola de caballo. No sabía cómo usar zapatos con tacones y tampoco los tenía por la misma razón, así que solo me puse unas sandalias con plataforma baja.
Alex me guió hasta su auto y me subí sintiendo mi antigua determinación disminuir. Estaba tan nerviosa que comencé a morder la uña de mi dedo índice y no me di cuenta de que lo estaba haciendo si no hasta que Alex lo quitó con cuidado de mi boca y me sonrió.
- No va a ser tan malo. Lo prometo, y si quieres irte solo tienes que decírmelo ¿de acuerdo?
Asentí y el siguió manejando. ¿Por qué no podía ser segura como las otras chicas? ¿Por qué diablos no podía ser una adolescente normal?
Llegamos a un lugar llamado tecnobar, cuyo letrero estaba iluminado por luces fosforescentes. Si antes estaba nerviosa ahora probablemente estaba aterrada. Alex apagó el motor y de inmediato estuvo a mi lado abriendo la puerta para mí. Dejé que su mano me ayudara a salir e intenté tranquilizarme. Esto no era nada de otro mundo. No es como si me fuera a morir a algo así. Podía hacer esto. Pero mi corazón no estaba escuchando y seguía latiendo como loco.
Cuando por fin entramos, me di cuenta de que había solo adolescentes. Probablemente había sido por eso que no nos pidieron identificación cuando habíamos entrado. Ni siquiera había pensado en que éramos menores de edad y que en cualquier lugar no nos habrían dejado entrar por ser demasiados jóvenes, estaba demasiado nerviosa como para pensar en nada mas que no tuviera que ver conmigo intentando bailar entre extraños. Yo solo tenía 15 y aunque Alex tenía 17 años igual que mi hermano aun así era demasiado joven para algún bar.
Había poca luz y la pista de baile solo estaba iluminada por un millón de luces de diferentes colores haciendo que fuera difícil distinguir a alguien. Realmente esperé que no hubiera nadie que pudiera reconocerme.
Alex me llevó hasta el bar y pidió unas bebidas. Sentía mi boca demasiado seca así que en cuanto llegó mi bebida a mis manos no perdí más tiempo y me la tomé de un solo trago. Las burbujas quemaron mi garganta y casi me ahogué.
Alex me dio una mirada divertida y sin decir nada quitó el vaso de mi mano para luego tirar de mi arrastrándome hacia donde todos estaban bailando y retorciéndose juntos.
Miré hacia todos lados y supe que no podía hacerlo, no con tantas personas a mí alrededor. Mi corazón se aceleró nuevamente y a pesar de toda la bebida que tomé, mi boca se sintió inmediatamente seca. Quise retroceder y escapar, pero Alex se acercó aun más a mí y me envolvió con sus brazos haciendo que me fuera imposible hacerlo.
- Esta es la regla número 3 del baile. No le des importancia al qué dirán los demás.
Suspiré profundamente y acerqué mis labios a su oído para que pudiera escucharme sobre la estridente música.
- ¿Cuál es la primera?
Él se alejó un poco para mirarme a los ojos con una sonrisa tranquilizadora – Solo debes relajarte – Deslizó sus manos en mis caderas y me instó a moverme – Cierra tus ojos y no pienses en nada, déjate llevar por la música.
Se separó de mi, así que seguí sus palabras y cerré mis ojos, escuché el ritmo de la música y casi sin pensarlo mi cuerpo comenzó a moverse solo. Alex tenía razón, solo tenía que relajarme y dejarme llevar. Me sentí libre y ni siquiera me acordé de que había un montón de personas a mí alrededor.
Tal vez realmente podía hacer esto. Por primera vez después de que le había pedido a Alex que me ayudara, me sentía… bien.
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