– ¿También es de tu padre?
Niega con la cabeza y se levanta, camina hacia mí y se detiene a solo unos centímetros de distancia. Lo veo examinar mi cabello y entonces sonríe como si le pareciera gracioso.
– Tu cabello se ve bien mojado.
Hago una mueca lo que solo hace que sonría más ampliamente. Pero entonces es como si su cerebro le recordara algo y su rostro se ensombrece.
– Así que fuiste tú la que se alejó esta vez.
Mi boca se seca repentinamente y trago saliva ruidosamente.
– No me estaba alejando.
El sábado en la mañana después de encontrarme con Sebastián en el bar, mamá me dijo que iríamos a la playa para pasar unos días, ni siquiera lo pensé, solo empaqué mis cosas y apagué mi celular cuando comenzó a sonar y el nombre de Sebastián, el cual él había registrado la noche anterior apareció en mi pantalla.
– Hay algo mal con tu celular – Me había dicho una vez que nos sentamos nuevamente.
Le fruncí el ceño – No hay nada mal con él, lo compré hace menos de una semana.
Negó con la cabeza y comenzó a presionar en la pantalla rápidamente sin que pudiera ver lo que estaba haciendo. Cuando finalmente me lo pasó estaba sonriendo.
– Ahora está bien – Dijo, sus ojos brillando con las luces del local.
Lo tomé de sus manos y miré la pantalla. Había registrado su número en mi celular poniendo su nombre y una carita feliz al lado que me había hecho sonreír.
Unos minutos después él había tenido que irse, no sin antes darme un beso tan profundo que tuve que respirar varias veces para recuperar el aliento una vez que nos habíamos separado.
Me sentía muy bien, más que bien.
Fue solo cuando llegué a mi casa y tuve tiempo para pensar, que empecé a enloquecer un poco. Es por eso que me gusta estudiar, cuando lo hago todos los pensamientos escapan de mi mente y no me torturo con cosas que aun no han pasado.
Pero eso no estaba sucediendo esa noche. No tenía nada que hacer salvo auto convencerme. Eso es lo que hago. Me convenzo de que no puedo hacer algo y entonces simplemente no lo hago.
Y toda esta cosa con Sebastián. Sí, eso tampoco iba a pasar.
Pero todo es mucho más fácil cuando no estoy cerca de él. Más simple. Me digo a mi misma que es una tontería siquiera pensar que podría haber algo más entre nosotros porque somos demasiado diferentes. Pero aquí, tan cerca de él, me es difícil recordar porque estaba escapando.
– Aja – Murmura acercándose un poco más a mí – Por eso no contestaste tu celular.
– Se le agotó la batería.
– ¿Hace cuatro días? ¿No lo cargaste?
– Olvide el cargador en casa.
Me mira estudiando mi cara, sus ojos azules moviéndose por mi rostro rápidamente. Me hace sentir vulnerable, como si pudiera ver dentro de mí.
– Es solo que creo… creo que esto no va a funcionar.
Se queda callado por unos segundos y luego pone sus manos en sus bolsillos mirando hacia otro lugar.
– Si esto es por tu novio, ya te dije que no me importa.
– No, no es por eso. En realidad yo…
Lo miro. ¿Debería decirle la verdad? ¿Qué inventé toda la cosa del novio para alejarlo de mí y no parecer una de sus fans?
– ¿Terminaste con él?
Trago saliva y asiento. Bueno, eso es casi verdad. ¿Cierto? Además, es más fácil que tener que explicar toda la historia y mis confusos sentimientos que me hicieron cometer locuras…
Sin previo aviso sus manos se mueven a mi cintura y me atrae hacia él. Mi respiración se atasca en mi pecho.
– Bien – Dice sonriendo y mirando mis labios – Entonces todo está bien.
Intento apartarme un poco, pero no me deja – No, no está bien Sebastián. Ni siquiera nos conocemos.
Me mira con el ceño fruncido – Hemos estado en el mismo colegio por casi 10 años.
– Si, pero eso no quiere decir que nos conozcamos. No realmente.
Se queda callado por unos segundos pensando, casi puedo ver las ruedas girando en su cabeza.
– Bien – Dice finalmente – Así que, ¿Piensas que no nos conocemos?
–Sabes que es cierto.
– Entonces supongo que no vas negarte a que seamos amigos.
– ¿Amigos? – Frunzo el ceño, por alguna extraña razón no me gusta ese término – No voy a ser tu amiga Sebastián.
– ¿Por qué no? Dijiste que no nos conocíamos.
– Sí, pero no creo que sea buena idea…
– Si lo que quieres es ir despacio, entonces que así sea – Me sonríe con un brillo malicioso en sus ojos – De hecho me gusta lento.
No paso por alto lo que está sugiriendo y frunzo mis labios.
– ¿Por qué tienes que hablar en doble sentido?
– ¿Quién está hablando en doble sentido? – Pregunta en cambio haciéndose el tonto – Entonces, ¿Eso es un sí?
Suspiro, sabiendo que es una mala, mala idea, pero no puedo negarme cuando sus ojos me están mirando de esa forma. Sus manos ejerciendo presión sobre mi cintura suavemente.
– Está bien – Digo finalmente. Me sonríe y entonces se inclina hacia mí como si fuera a besarme. Antes de que mi cerebro quede reducido a papilla pongo mis manos en su pecho e intento apartarlo.
– Mmm, sé que tal vez la palabra amigo es nueva para ti, pero uno no va por ahí besando a sus amigos.
Frunce sus cejas y me sonríe – ¿No lo hacen?
Niego con la cabeza y luego él suspira derrotado haciendo que mis labios tiemblen conteniendo la risa. Jamás había visto esa expresión en su cara.
– Está bien, nada de besos – Dice y luego susurra cerca de mi oído – Por ahora.
Mi estomago se agita con sus palabras y su aliento hace cosquillas en mi oído. Me toma un poco, pero finalmente logro encontrar la fuerza necesaria para apartarme un poco de él, o podría terminar haciendo justamente lo contrario de lo que acabo de decir.
– Si vamos a hacer esto entonces tienes que dejar de intentar besarme – Le digo, sabiendo muy bien que si intenta hacerlo nuevamente no voy a tener la fuerza necesaria para apartarlo – Y dejar de hablar en doble sentido.
– No estoy seguro de a lo que te refieres con doble sentido – Replica.
– Claro que lo sabes, no me hagas decírtelo.
– De acuerdo, bien – Responde con las esquinas de sus labios curvados en una sonrisa – ¿Por qué tienes que ser gruñona?
– ¿Y tu porque tienes que ser tan idiota? – objeto rápidamente.
Se mueve y se para más cerca de mí haciendo que dé un paso instintivamente hacia atrás, solo para encontrar la pared detrás de mí.
– ¿Te había dicho que me encanta cuando hablas así?
Pongo los ojos en blanco, pero mi corazón esta rebotando contra mi pecho haciendo que sea difícil respirar.
– ¿Estas segura de que los amigos no se besan? – Dice son sus labios a centímetros de los míos.
Trago saliva y asiento incapaz de hacer algo más.
– Entonces no te molestaría apostar por ello.
– ¿Qué? – Está tan cerca que casi no puedo pensar con claridad ¿Qué fue lo que dijo?
Sus ojos resplandecen con un brillo malicioso en ellos – Hagamos una apuesta.
– ¿Qué tipo de apuesta?
– Voy a intentar no besarte, pero si termino haciéndolo de todas formas entonces, tú ganas la apuesta y te dejo en paz. Ni siquiera tienes que ser mi amiga si eso es lo que quieres.
A pesar de todo mi estomago da un vuelco ante sus palabras. Pero esto es lo que quiero ¿cierto?
– Pero si yo gano… Tienes que darle una oportunidad a esto y aceptar tener una cita conmigo.
– ¿Una cita? – No sabía que Sebastián Gavin tenía Citas.
Asiente – Una cita.
– ¿Y cómo… cómo ganarías tu?
–Si no logras contenerte y terminas besándome tú – Sonríe y mi corazón salta ante sus palabras.
– No creo que eso vaya a suceder.
Se inclina como si fuera a besar mi frente, pero sus labios solo se quedan allí más tiempo del que debería.
– Rose – Susurra suavemente haciendo que su aliento caliente mi cien – No sabes lo que estas diciendo.
Bien, estoy segura de que eso debería haberme advertido de lo que iba a tener que pasar después, pero ¿Quién iba a imaginar que él fuera tan persistente?
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