No vi pasar mi vida por delante de mis ojos. En realidad no vi nada además de un montón de colores moviéndose rápidamente, pero se sintió como la caída más larga del mundo. Y entonces estoy en el suelo con una sustancia pegajosa en todo mi cabello y cara. Un poco cae en mis labios y los lamo, pero no puedo evitar hacer una mueca por el sabor. Sip, allí se fue mi hambre.
- ¿Estas bien? – Miro hacia arriba y allí está Sebastián con preocupación llenando sus ojos. Me ofrece su mano para levantarme y la tomo sin pensar en ello.
- Esto no sabe tan bien como pensé – Murmuro mirando hacia abajo a mi ropa que se está manchando rápidamente con el jugo en el que caí.
Mi brazo comienza a temblar y miro hacia arriba para ver a Sebastián riendo silenciosamente, mi brazo moviéndose porque su mano aun esta entrelazada con la mía, la preocupación cambiando por humor ahora que ve que estoy bien.
- Me alegro de que pienses que es gracioso.
Aprieta sus labios para evitar sonreír, pero no lo logra del todo – Lo siento, pero te ves un poco graciosa.
Hago una mueca dispuesta a alejarme de aquí ahora que tengo una explicación plausible que dar, pero un gran jadeo y un par de palabrotas en voz alta hace que olvide lo que estoy a punto de hacer.
- ¿Qué demonios? ¿Qué ocurrió aquí?
Sebastián y yo nos damos vuelta para ver a un señor un tanto calvo que se agarra lo poco que le queda de cabello a los lados de su cabeza con una mirada aterradora en su rostro.
Mis mejillas arden de vergüenza al darme cuenta de que posiblemente acabo de caer encima de su negocio.
- Yo… lo siento… no fue mi intención…
Él solo me mira como si quisiera matarme allí mismo. Mi estomago se agita y siento que estoy a segundos de vomitar. ¡Por favor Dios, no me dejes avergonzarme aun más!
- Acabas de destruir mi negocio niña. Se suponía que el dinero de hoy iba a ayudarme a pagar por los productos de los próximos días y la renta.
- Lo lamento mucho, de verdad no quería…
- Ya basta - Sebastián se pone delante de mí obstruyendo mi mirada del señor y callando mis disculpas – No tienes que seguir disculpándote, no fue tu culpa.
- Claro que fue su culpa, tiene que pagar por esto – Refunfuña el tipo dándome una mirada de muerte.
Sebastián se aclara la garganta moviéndose de modo que el tipo solo lo está mirando a él - Yo me encargo de eso, señor…
El tipo se gira hacia Sebastián y sus ojos se amplían, se eleva un poco más en sus pies y endereza su postura – Oliver Veliz. He trabajado aquí hace más de tres años y ahora esta niña arruinó todo.
Veo la mandíbula de Sebastián endurecerse hacia el tipo como si estuviera conteniéndose de hacer algo – Ya dije que me ocuparé de eso, pondré a alguien para que ordene todo y trabaje para usted si es lo que quiere.
Asiente y él nos da una última mirada antes de desaparecer entre las personas. Y solo entonces me doy cuenta de que hay un par de personas mirándonos, pero tan pronto como los veo ellos evitan mi mirada y se van también.
Estoy tan concentrada mirándolos que cuando Sebastián toma mi mano me sobresalto un poco – Ven, tienes que limpiarte.
Solo dejo que me guíe, ni siquiera tengo la tarjeta-llave para entrar al departamento así que no sé adónde vamos a ir, pero no estoy pensando mucho en eso. ¿Por qué Sebastián le dijo al tipo que pagaría por todo? Quiero decir, si, sé que tiene mucho dinero, pero la forma en la que él lo miraba como si debería tener miedo de Sebastián no tenía sentido.
Me sube a su auto sin siquiera importarle que deje todo cubierto con lo que sea en lo que caí antes y arranca el motor antes de que pueda decir una sola palabra.
Es solo cuando empiezo a ver calles y edificios familiares que comienzo a hablar.
- ¿Adónde vamos?
Sebastián me mira como si hubiera olvidado que yo estaba allí – Lo siento, no estaba pensando, estaba conduciendo hasta el departamento donde me estoy quedando.
Apaga el motor y se saca el cinturón de seguridad para luego bajar rápidamente. Me bajo también llena de incredulidad.
- Debes estar bromeando – Murmuro al mirar hacia el departamento. Sebastián me frunce el ceño y se acerca a mi lado.
- ¿Qué pasa?
Miro hacia atrás, hacia el edificio que está cruzando la carretera. El edificio donde yo me estoy quedando y luego miro a Sebastián.
- Nada – Digo caminando hacia las puertas del edificio dejando a Sebastián detrás de mi – No pasa nada.
Se apresura hacia mí y abre la puerta para que pase haciendo que pueda oler su agradable olor a colonia y ropa limpia mientras lo hace. Y me siento como una idiota parada a su lado llena de esta sustancia que todavía tengo que adivinar de qué se trata.
Entramos rápidamente subiendo al ascensor sin siquiera una palabra pronunciada entre nosotros. Pronto estamos dentro de su departamento y no sé qué hacer, así que me quedo parada como una idiota intentando que mi cabello no gotee la alfombra blanca de la sala, aunque no está funcionando muy bien que digamos.
Bueno, no deberían poner alfombras blancas de todas formas.
Sebastián tira de mi mano llevándome al baño y entonces me dice que me siente en el inodoro y le hago caso, pensando que se parece demasiado a cuando cure su herida de bala hace solo un par de semanas.
Hablando sobre eso, ya que sus brazos están al descubierto puedo ver una pequeña cicatriz en su hombro por donde la bala pasó. De solo pensar en ese día se me eriza la piel.
Saca una toalla blanca de un cajón para luego dejarla debajo de la llave del lavamos para mojarla con algo de agua.
Se mueve cerca de mí y se agacha para estar a mi altura. Mueve la toalla hasta tocar una de mis mejillas y comienza a pasarla suavemente, la toalla es tan suave como podría serlo una nube y si no fuera porque él esta tan cerca de mí que no puedo notar nada más, estaría disfrutando realmente de esto. Pero sus ojos están fijos en los míos y no sé qué hacer.
Luego de un momento, él pasa la toalla por encima de mis labios y mi corazón tartamudea, es tan delicado, tan gentil que estoy tentada a decirle que lo haga para siempre.
Pero en vez de eso detengo con mi mano la toalla que aun esta sobre mi piel y lo miro. ¿Por qué sus ojos tienen que ser tan hermosos?
- Creo que tengo que, ah, lavarme el cabello antes de que esta cosa se pegue.
Sebastián solo asiente y se para rápidamente para dejar la toalla en el lavamanos y saca otra mucho más grande y me la entrega – Hay shampoo y acondicionar debajo del mueble.
Asiento y entonces él sale de la habitación dejándome sola con mis pensamientos. Me dejo caer en el inodoro cerrado y doy un respingo, porque dolió como el maldito infierno. ¡Ay! Supongo que me van a quedar moretones por la caída.
Tomo la ducha teléfono encima de la bañera y mojo todo mi cabello, aplicando el shampoo que encontré debajo del mueble como dijo Sebastián. Puede que lo haya terminado, pero oye, mi cabello está un poquito demasiado largo. Debí haberlo cortado hace un tiempo, pero creo que me encariñe un poco con él.
Cuando acabo con todo rastro de sustancia extraña lo seco con la toalla, cepillándolo después con mis dedos para que se vea un poco más presentable y entonces reúno toda mi fuerza interior para salir fuera.
Sebastián está sentado en el sillón cuando entro en la sala escribiendo rápidamente en su celular. Dios, extraño mi celular. Aunque supongo que ahora ya no tiene caso tenerlo apagado.
Me siente caminar y eleva su cabeza para mirarme - ¿Te sientes mejor?
- Sí, pero debo irme, les dije a mis padres que los alcanzaría en unos minutos.
Asiente, pero no se mueve de su lugar, así que me muevo en dirección de la puerta para poder irme, pero mi curiosidad en mas grande que mis ganas de salir de aquí así que me detengo y lo miro.
- ¿Qué estabas haciendo en el parque? Creí que debías supervisar el local hasta que llegara tu papá.
Sebastián pasa una mano por su cabello y deja el celular en la mesa de centro.
- Lo hizo, llegó ayer en la noche, así que vine a hacer lo que hago siempre al final del verano.
- ¿Subirte a un montón de juegos mecánicos?
Sonríe pero solo un poco - No, hacerme cargo del parque.
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