Consejo Nº9: Enfócate en tu desarrollo a nivel interior
Dormí horriblemente mal. Pero no le dije nada a verónica cuando llamó esta mañana. Sabía que me diría lo mismo que mi papá y sabía que no valía la pena, solo le desee buena suerte cuando me dijo que iría a casa de sus abuelos. Cuando por fin las clases terminaron sin ninguna pista de Alex consideré tomar un taxi para poder llegar a una hora adecuada a su casa ya que aun no contestaba mis llamadas, pero entonces casi choqué contra alguien al final del pasillo.
— ¿Alex? – Mis hombros se desplomaron con alivio al verlo bien y en una sola pieza. Me abalancé hacia él y lo abracé. Algo sobre este abrazo se sintió diferente, pero no pude llegar a identificarlo porque de inmediato de desenrolló de mi y dio un paso atrás.
Intenté mirarlo para saber que estaba pasando, pero su expresión no me decía nada.
— ¿Qué sucede, están tus hermanos bien? ¿Tus padres…
— Ellos están bien.
Lo miré confundida— Entonces ¿Por qué no viniste a clases? Ayer fui hasta tu casa y no había nadie.
Se metió las manos en su pantalón y apretó la mandíbula – Estábamos en casa de una tía. Escucha, necesito decirte algo, estuve pensando y…
— ¡Hey Feña! – Me sobresalté cuando escuché mi nombre en una voz que no había escuchado nunca. Me di la vuelta para ver a un chico que reconocí del grupo de baile correr hacia nosotros. Jamás había hablado con él y no tenía idea de cómo sabia mi nombre.
Se detuvo a unos pasos y me sonrio – Te estaba buscando, eres difícil de encontrar.
— Uh – Miré confundida a Alex, pero él estaba mirando hacia abajo a sus zapatos.
— No te asustes – No estaba asustada, más bien sorprendida. Sorprendida de que no tuviera ganas de vomitar – Solo quería preguntarte si querías ser mi pareja de baile en el concurso estatal el próximo mes.
¿Concurso estatal?
— Lo siento amigo – Marco apareció desde algún lado tan rápido que casi pierdo el equilibrio y pasó su brazo sobre mis hombros mirando despectivamente al otro chico – Fernanda ya aceptó ser mi pareja. Mejor suerte para la próxima.
Estaba tan conmocionada que no pude hacer salir nada de mi boca. Esta tenía que ser alguna clase de broma entre amigos. Sí, eso tenía que ser. Me reiría si creyera que era divertido.
— Oh, bueno, supongo que la próxima vez tendré que apurarme más – El chico me dio una última sonrisa y salió corriendo hacia el lado opuesto.
Me giré hacia Marco para preguntarle qué estaba pasando y para ver si se estaba riendo, pero él sorprendentemente me dio un beso en la mejilla que duró más tiempo del que pensé y me miró a los ojos – Voy a ir a hablar con un profesor, pero te estaré esperando en la puerta de salida para que nos vayamos juntos.
Solo parpadeé. Parecía ser lo único que era capaz de hacer en estos momentos. Lo vi alejarse con paso relajado de esa manera que lo había visto hacer cientos de veces y fruncí el ceño. Esto no estaba bien, tal vez me había caído de la cama y todavía estaba inconsciente en mi habitación.
— Supongo que eso afirma mi decisión.
Casi había olvidado a Alex detrás de mí. Aunque de alguna forma podía sentir su presencia cerca de mí en todo momento. Supongo que viene de pasar tantas horas al día con una persona.
—Mejoraste mucho en estos últimos meses. Así que ya no es necesario que sigamos con las clases – Su voz sonó extrañamente plana, carente de emoción.
— ¿Qué? – Sacudí la cabeza aun mas confundida - Pero aun estoy lista.
No entendía porque estaba diciendo esto. No habíamos hablado de eso aun, pero yo pensaba que aun nos quedaban un par de semanas para seguir con las clases – Aun hay un montón de cosas que no sé y…
— Ya conseguiste lo que querías – Dijo seriamente– A mi parecer eso significa que estas lista.
¿Lo que quería? ¿Por qué sentí como si el corazón se me cayera hasta el estomago al oír sus palabras?
– No entiendo – Susurré.
— Mira, no tienes que preocuparte por esto. Solo era transitorio hasta lograr lo que querías, y ahora vas a ensayar con Marco para el concurso, ya no me necesitas.
No me necesitas.
Aun me bombardeaban esas palabras cuando me senté en el sillón de mi casa con la televisión prendida. Marco me había estado esperando a la salida como me había dicho y aunque esperé a que me dijera que todo lo del concurso se trataba de una broma. Nunca lo hizo. De hecho me preguntó sobre mi horario para que así pudiéramos ponernos de acuerdo para encontrar una hora apropiada para ensayar.
No estaba segura de haber hablado más de dos palabras en todo el camino, pero de alguna forma Marco había hablado lo suficiente por los dos. Y cuando nos tuvimos que separar volvió a darme un beso en la mejilla como antes.
No sé lo que estaba esperando. Pero creí que tal vez se sentiría diferente después de haber pasado la conmoción, que ese beso se sentiría diferente al anterior, pero no lo hizo.
Vagamente fui consciente de que Miguel se sentaba en el sillón de enfrente y cambiaba de canal de donde yo lo tenía.
— ¿Qué? ¿No vas a golpearme con tu libro por haber cambiado de canal? – Parecía divertido y ligeramente sorprendido.
Tenía el MTV como siempre y habían estado dando un capitulo estreno de la quinta temporada de The Vampire Diaries.
Me encogí de hombros y me levanté– Van a pasarlo otra vez algún día.
Estaba cansada. Habíamos estado ensayando tanto que literalmente sentí que había perdido mis pies. Marco le había pedido a un profesor las llaves de la sala para poder ensayar en el colegio. La misma sala en la que había bailado con Alex. Intenté no pensar mucho en eso.
Había pasado más de una semana desde la última vez que habíamos hablado y cada vez que nos topábamos en los pasillos él solo me daba un asentimiento en reconocimiento que dejaba un sentimiento extraño en mi pecho. Era como si después de que dejáramos la cosa de las clases también hubiéramos dejado todo lo demás. Como si solo fuéramos conocidos lejanos.
No entendía porque tenía que ser así. Porque las cosas no podían seguir como antes.
Suspiré. No ayudaba que Verónica aun no había vuelto y ni siquiera habíamos hablado bien porque no había muy buena recepción allí donde estaba. Ni que hablar sobre conexión a internet.
Le conté a papá sobre el concurso y el estaba feliz por mí. Intenté infundir un poco de alegría en mi voz cuando lo hice, pero no creo haberlo hecho.
Cuando terminamos de ensayar le dije a Marco que quería caminar sola a casa y él me miró como si estuviera loca. Estaba cansada y no tenía ganas de hablar o más bien de dejarlo hablar todo el camino hasta casa.
Él había sido agradable conmigo, paciente cuando no podía dominar algún paso y nunca se enojaba cuando tenía que repetirme dos veces lo que estaba diciendo cuando mi mente estaba en otra parte.
Pero a veces simplemente no podía concentrarme. No cuando estábamos en esta sala. Cuando recordaba como Alex me contó sobre cuando enfermó en aquel restaurant solo para que yo me sintiera mejor sobre mi repentino ataque de pánico.
No sentía ganas de hacer nada. Me sentía como algo similar a un zombie. Ni siquiera había sentido ganas de vomitar cuando tenía que pasar a la pizarra para resolver algún problema o cuando tenía que responder alguna pregunta dirigida hacia mí.
Me iba a dormir pensando en lo que estaría haciendo Alex en esos momentos, imaginándome a sus hermanos compitiendo por la atención de sus padres, y cada mañana luchaba contra el impulso de llamarlo para que saliéramos a trotar juntos como antes.
Esto era normal ¿verdad? Lo echaba de menos porque era mi amigo ¿cierto?
Pero entonces, ¿Cómo es que la sola palabra me causaba un dolor interno?
No hay comentarios:
Publicar un comentario