jueves, 23 de octubre de 2014
Pov Sebastian (Capi 3) - ¿Solo una Cita?
Intenta apartarse un poco, pero no aflojo mi agarre en ella sobre todo ahora que se que no está con ese tipo. Sus ojos resplandecen cuando me miran y no puedo hacer nada más que mirarla.
– No, no está bien Sebastián. Ni siquiera nos conocemos.
La miro consciente de mi ceño fruncido, pero siendo incapaz de borrarlo – Hemos estado en el mismo colegio por casi 10 años.
– Si, pero eso no quiere decir que nos conozcamos. No realmente.
Me quedo callado por unos segundos pensando, estoy seguro de que puede ver las ruedas girando en mi cabeza. Tiene que haber algo que la haga cambiar de opinión.
– Bien – Digo finalmente – Así que, ¿Piensas que no nos conocemos?
–Sabes que es cierto.
– Entonces supongo que no vas negarte a que seamos amigos.
— ¿Amigos? – Pregunta con suspicacia y frunce el ceño como si no le gustara como suena esa palabra – No voy a ser tu amiga Sebastián.
Suspiro y miro sus ojos cafés.
– ¿Por qué no? Dijiste que no nos conocíamos.
– Sí, pero no creo que sea buena idea…
– Si lo que quieres es ir despacio, entonces que así sea – Le sonrio mientras se me ocurre algo – De hecho me gusta lento.
Y me encanta haberla hecho enojar porque frunce sus labios tan hermosamente que estoy muriendo por besarla.
— ¿Por qué tienes que hablar en doble sentido?
— ¿Quién está hablando en doble sentido? – Pregunto haciéndome el desentendido – Solo estoy señalando los hechos – Explico intentando poner una expresión seria en mi rostro - Así que vamos a ir lento, vamos a ser “amigos” que salen y se divierten.
Digo amigos, haciéndola sonar como algo entre comillas para que entienda que para mí va a hacer algo mucho más.
Se queda callada solo mirando atentamente mis ojos. Me estoy poniendo impaciente.
— Entonces, ¿Eso es un sí?
Ella toma un gran respiro como si fuera difícil decir las palabras – Está bien – Dice finalmente y Dios, ya no puedo aguantarlo más. Me inclino para besarla, pero cuando estoy a centímetros de sus dulces y suaves labios ella me aparta con sus manos en mi pecho.
— Mmm, se que tal vez la palabra amigo es nueva para ti, pero uno no va por ahí besando a sus amigos.
Frunzo mis cejas hacia ella sonriendo para enmascarar el dolor que siento al no poder besarla ¿Qué si nunca me deja hacerlo otra vez?
— ¿No lo hacen?
Ella niega con la cabeza y lanzo un suspiro dramático para intentar hacerla reír.
— Está bien, nada de besos – Me acerco a su oído y susurro – Por ahora.
Ella se queda quieta un momento y me gusta saber que al menos mis palabras la afectan tanto como ella me afecta a mí.
Se aparta un poco y aflojo mis brazos para que pueda separarse de mí aunque es lo último que quiero. Parece recomponerse lo suficiente como para seguir hablando.
— Si vamos a hacer esto entonces tienes que dejar de intentar besarme – Replica seriamente y lucho contra una sonrisa al ver su rostro determinado – Y dejar de hablar en doble sentido.
Me hago el tonto otra vez solo para ver su expresión – No estoy seguro de a lo que te refieres con doble sentido
— Claro que lo sabes, no me hagas decírtelo – Su rostro se arruga de frustración y cedo rápidamente ante ella.
— De acuerdo, bien — ¿Por qué tiene que ser tan linda? Pero no le digo eso, en cambio lo que sale de mis labios es – ¿Por qué tienes que ser gruñona?
— ¿Y tu porque tienes que ser tan idiota? – Responde rápidamente como sabía que lo haría y sonrio por haber adivinado su reacción.
Me muevo más cerca de ella y ella da un paso hacia atrás solo para encontrarse con la pared. Sonrio sabiendo que no tiene adonde ir.
— ¿Te había dicho que me encanta cuando hablas así?
Pone los ojos en blanco y entonces una idea, una gran idea se forma en mi mente. Una que podría destruirlo todo, pero que también podría llevarnos adonde quiero. El que no arriesga no gana ¿No?
— ¿Estas segura de que quieres solo ser amigos? – Digo con mis labios cerca de los suyos y es el cielo y el infierno todo al mismo tiempo. La tortura y el placer.
Asiente y puedo sentir que su respiración está un poco más acelerada que hace unos segundos.
— Bien, si estas tan segura entonces – Digo - No te molestaría apostar por ello.
Me mira como si no hubiera escuchado bien lo que acabo de decir, pero sigo adelante – Hagamos una apuesta.
— ¿Una apuesta? – Pregunta sin aliento.
Asiento – Una apuesta.
– ¿Qué tipo de apuesta?
– No voy a besarte, pero si termino haciéndolo de todas formas entonces, tú ganas la apuesta y te dejo en paz. Ni siquiera tienes que ser mi amiga si eso es lo que quieres.
Lo que es muy, demasiado probable que suceda considerando que es casi en lo único que he podido pensar desde hace semanas, pero voy a hacer esto bien. Si esta es mi última oportunidad con ella, entonces voy a hacer todo lo que esté a mi alcance para no perder esta maldita apuesta.
— Pero si yo gano… Tienes que darle una oportunidad a esto y aceptar tener una cita conmigo.
— ¿Una cita?
Estoy esperando que no se dé cuenta de mi nerviosismo porque en realidad no se mucho sobre citas. Nunca había necesitado de una antes.
— ¿Y cómo… cómo ganarías tu? – balbucea y no puedo evitar sonreírle con lo digo a continuación.
—Si no logras contenerte y terminas besándome tú.
— No creo que eso vaya a suceder.
Incapaz de detenerme a mí mismo, me inclino hacia ella y beso su frente. Su cabello huele tan bien. Un olor refrescante con un toque dulce. Mis labios se quedan allí en su frente disfrutando del momento y perdiéndome en su aroma.
— Rose – Susurro contra su frente – No sabes lo que estas diciendo.
Tengo que confiar en que esto va a resultar, tengo que confiar que esto terminará bien por el bien de mi cordura y mis noches de sueños.
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