domingo, 3 de agosto de 2014

Consejo Nº4 (¡Callate Y Baila Conmigo!)

Consejo Nº4: Haz ejercicios de estiramiento todos los días.



ALEX


Me desperté mucho más temprano que de costumbre. Estaba acostumbrado a dormir hasta tarde los sábados pero hoy tenía algo importante que hacer  y necesitaba levantarme temprano. Todos estaban durmiendo, incluso mis padres. Ayer había sido noche de comida en familia y habíamos salido a cenar fuera. Todo había resultado como siempre, con mis hermanos peleando y haciendo un alboroto en el restaurant. Nos habíamos ido a casa temprano, pero había sentido a mis padres discutir e irse a dormir después de la medianoche.

Solo eran las 7 de la mañana y ya me había duchado, afeitado y puesto mi buzo favorito. Bajé lo más despacio que pude las escaleras y me escabullí por la puerta de salida. No quería despertar a todo el vecindario por lo que no tomé el auto de papá y solo me fui caminando.

Cuando llegue a la casa, fue obvio que todos estaban durmiendo también. Caminé despacio por entre las plantas y llegué hasta su ventana. Intenté mirar dentro para ver si no me había equivocado de ventana, pero todo estaba demasiado oscuro como para ver.


Saqué el celular de mi bolsillo y le mandé un mensaje.

Vi la luz parpadear desde su teléfono por la ventana y ella se quejó en voz alta. Tuve que tapar mi boca con mi mano para no reírme. Escuché pasos y la puerta cerrándose, así que de inmediato caminé hasta la puerta de entrada en el momento exacto en que ésta se abrió.

Fernanda estaba allí con una bata color lila sobre su cuerpo, su cabello en una larga trenza sobre ella y sus ojos estrechados como si no pudiera abrirlos del todo.

- Dime que esto es una broma.

Intenté no reírme y hablar seriamente, así que aclaré mi garganta – Debes hacer estiramientos todos los días para que tengas más flexibilidad y hay que hacerlo por la mañana para que puedas…

- Espera – puso una mano delante de mi boca y solamente me quede mirándola – Si me lo dices ahora lo voy a olvidar porque estoy más dormida que despierta. Voy a ir a vestirme y luego me lo explicas.

Asentí y ella me agarró la mano lanzándome dentro. Me dijo que podía sacar lo que quisiera del refrigerador y luego subió lentamente las escaleras.

Su casa era muy espaciosa y acogedora. Supongo que mi casa era casi del mismo tamaño, pero no podías decirlo por la forma en la que todos los juguetes de Tomi estaban esparcidos por el suelo y porque cada vez que todas las personas de mi casa se encontraban en la sala al mismo tiempo se sentía como si fuera solo una caja de fósforos.

Me senté y no pude evitar notar un libro bastante grande en la mesa de centro. Me incliné y lo tomé, pasé la mano por la tapa en la que había una chica rubia de ojos azules. The Vampire Diaries, ¿esa no era una serie de televisión o algo así? no sabía que también estaba el libro.

Solo estuve esperando unos cuantos minutos y vi a Fernanda bajando rápidamente las escaleras vestida con un buzo color morado oscuro. También había sido el color del vestido que usó el miércoles pasado cuando salimos a bailar. Estaba empezando a notar que no había sido al azar.

- Bien, estoy lista ¿Qué decías de los estiramientos?

Me paré del sillón e hice todo lo posible para que no notara que había estado viendo su libro.

- Que ya que el fin de semana no tenemos clases, deberíamos salir por la mañana para hacer algunos estiramientos y que así logres ser más flexible. Sé que es un poco temprano, pero mientras antes lo hagamos antes podrás hacer toda tu rutina de los sábados.

Ella parpadeo hacia mí como si intentara poner todas mis palabras juntas en su cerebro todavía dormido.

- ¿Mañana también?

- Si, si estas de acuerdo.

Asintió y luego fue hasta donde supuse estaba la cocina y volvió con una leche en caja, la batió un poco y después se la tomó. Una vez que hubo terminado la miré con una ceja alzada.

- ¿Qué? – Preguntó – No puedo hacer nada sin antes tomar una leche.

Solo le sonreí y salí fuera con ella saliendo tras de mí. Caminamos hasta que estuvimos en la acera y me volví hasta ella.

- Bien, primero vamos a hacer algunos estiramientos, trotaremos un rato y después volveremos y haremos más estiramientos, ¿de acuerdo?

Se encogió de hombros como si no importara y comencé a flexionar los brazos, ella siguió mis movimientos y pronto nos encontramos trotando hasta el parque y devuelta. Estábamos parados cerca de su casa tomando un poco de agua cuando no pude evitar preguntar algo que había estado dando vueltas en mi mente desde hace unos días.

- ¿Por qué me pediste que te enseñara a bailar?

Me miró y sé que reflexionó entre decirme alguna mentira o contarme la verdad.  Finalmente suspiró y me pasó la botella.

- Creo que ya sabes eso. Obviamente soy terriblemente descoordinada.

Ladee mi cabeza para mirarla. Parecía lógico lo que me estaba diciendo pero por alguna razón sentía que había algo más.

- Si querías aprender a bailar ¿porque no solo te uniste a las clases de baile del colegio?

Apretó un poco más su moño con sus manos y se paró más cerca de mí.

- No sé porque te estoy diciendo esto, pero aquí va – inhaló profundamente y luego habló rápidamente como si se fuera a arrepentir si lo hiciera lentamente – Me gusta alguien del colegio, está en las clases de baile. Me habría unido a esas clases pero no quería que el viera mi pobre intento de aprender a bailar.

Junté mis cejas pensando en lo que me había dicho – ¿Es Marco?

Sabía que a casi todas las chicas del colegio le gustaban él. Supe desde el principio que él era una especie de idiota, pero no iba a decirle eso a Fernanda. Si a ella le gustaba, entonces no había nada que yo pudiera decirle que la hiciera cambiar de opinión.

Sus ojos se ampliaron con sorpresa - ¿Cómo lo supiste? – Sacudió su cabeza y luego continuo – De todas formas, hemos hablado algunas veces y me dio a entender que saldría conmigo si yo estuviera en la misma página que él.

Comprobado. Él era realmente un idiota.

- Así que ¿estas aprendiendo a bailar porque él te dijo que solo saldría contigo si pudieras bailar como él?

Hizo una mueca y luego se encogió de hombros – Más o menos.

No sabía qué hacer con toda esta información así que solo me quede en silencio mientras terminábamos de elongar.



FERNANDA

El domingo llegó y salí nuevamente con Alex en la mañana a realizar nuestra rutina de estiramiento. Era muy temprano, pero dormí lo necesario como para despertar lo suficientemente descansada en la mañana. A pesar de haberme levantado temprano cada mañana esta última semana no me sentía para nada cansada, de hecho me sentía todo lo contrario, con energía y con ganas de hacer más cosas.

Terminamos algo así como a las 9:30 am y volví a mi casa para ducharme y cambiarme de ropa. Jamás fui una chica de buzos deportivos, pero estaba empezando a darme cuenta de lo bien que se sentía usarlos. Me cambie a unos jeans y una camiseta holgada blanca, la cual había sido de color rosa hace algunos meses atrás. Jamás volveré a comprar en esa tienda otra vez.

 Desayuné con papá y Miguel nuevamente, porque una caja de leche no era suficiente para hacerme funcionar el resto del día. Comí un poco de fruta y tosté pan para mi hermano ya que aparentemente el no podía hacerlo.

Me senté junto a Miguel en la mesa de la cocina y distraídamente mordisqueé un pedazo de durazno. No había visto a Marco desde hace mas de una semana cuando comencé con las clases con Alex, porque ya no me iba a casa a la misma hora que antes por lo que no me había encontrado con él. Tenía ganas de verlo así que pensé que tal vez el lunes podría pedirle a Alex que no hiciéramos la clase solo por ese día. Podría decirle que tenía que estudiar para algún examen o algo parecido. Estaba segura de que no le molestaría si yo…

- Tráeme más tostadas – Miguel tenia la boca llena y un poco del pan salió de sus labios mientras hablaba. Por qué las chicas creían que mi hermano era atractivo, era la pregunta que siempre me hacía.

- ¿Estas operado?

Miguel me sacó la lengua e iba a hacer lo mismo en cambio, pero papá bajó su diario para mirarnos y tuve que dedicarle la sonrisa más dulce que pude para que no se diera cuenta de lo que estuve a punto de hacer. Él estrechó sus ojos desde Miguel hacia mí y luego de unos segundos de inspección volvió a su lectura matutina. Otra de las reglas de papá cuando estábamos en la mesa era que no habría nada de peleas. Si él veía que no la estábamos cumpliendo podíamos decirle adiós a nuestros celulares.

Yo amaba a mi celular, así que continúe comiendo mi fruta e ignoré la orden de Miguel sobre las tostadas. Una vez que todos terminamos, subí corriendo las escaleras no antes de pegarle en la cabeza a Miguel con mi súper libro de The Vampire Diaries a lo cual no pudo hacer nada al respecto porque me escabullí rápidamente antes de que pudiera hacer algo.

Me reí en silencio y marqué a Vero para ver que iba a hacer más tarde.

Estaba luchando contra la urgencia de ir a casa de Marco para verlo y eso no era una buena idea, así que necesitaba hacer algo para distraerme antes de cometer una locura.

La alegre voz de Verónica sonó por el celular

- Feña, justo iba para tu casa.

Suspiré de alivio. No tendría que amarrarme a la pata de la cama para no parecer como una chica desesperada. Tal vez lo era. Pero no iba a demostrárselo.

- ¡Qué bien! ¿Qué vamos a hacer?

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