domingo, 17 de agosto de 2014

Consejo Nº5 (¡Cállate y Baila Conmigo!)

Consejo Nº5: Observa a bailarines destacados de diferentes estilos de bailes.



FERNANDA



— ¿Estas segura de que estas cómoda? – Esta era la decima vez que Vero me preguntaba lo mismo y estaba seriamente contemplando la posibilidad de llamar a su papá para que la sacara de aquí.

Se acercó y acomodo un poco más la manta metiéndola debajo de mi, estaba segura de que si intentara moverme terminaría cayéndome al suelo ya que ni siquiera podía mover mis piernas.

— Estoy bien Verónica – Le dije — ¿no me habías dicho que habías planeado salir con Álvaro? – Álvaro era su más reciente novio y en este momento mi mas valioso aliado. Verónica se mordió la uña de su pulgar considerando mis palabras.

— Si, pero no puedo dejarte así.

¿Por qué Verónica no quería irse de mi lado? – Esa era una pregunta bastante importante. La historia detrás es incluso graciosa ahora que lo pienso. Pero en ese momento no fue nada lindo.


Solo retrocedamos un poco. Me encontraba a salvo después de volver de mis estiramientos. Yo era feliz y podía moverme cada vez que se me diera la regalada gana. Viejos tiempos, que hoy recuerdo como buenos.

Bien, la cosa es que cuando Verónica llego a mi casa me dijo que debía hacer un collage de naturaleza muerta para su clase de arte y naturalmente me ofrecí a ayudarla. Lo que no sabía era que 20 minutos después estaría encaramada en el árbol del patio de mi casa intentando sacar una hoja color rosa claro que a Verónica le había encantado.

Estaba intentando no entrar en pánico, pero era difícil.

— ¡Es esa hoja de allí!

— ¡Esta demasiado lejos! – Yo gritaba tanto por el pánico como para que ella entendiera.

— ¡Solo estira un poco mas tu brazo!

Era imposible hacerla entrar en razón. En estos momentos estaba seriamente reevaluando mi amistad con ella.

Estiré un poco más el brazo como me había dicho – Casi la tengo, casi…— De alguna manera mi pie resbaló de la rama y me encontré gritando a todo pulmón mientras las ramas pequeñas del árbol arañaban mis piernas. Sin embargo, la caída fue demasiado corta y pronto me encontré con el suelo.

Creo que de alguna forma logré aterrizar encima de un solo pie y éste soporto todo mi peso cuando aterricé en el suelo. No les contaré la parte dolorosa, porque ni siquiera quiero recordarlo. Papá me llevó al hospital y Miguel incluso me llevó en sus brazos desde el auto hasta las puertas.

En fin, Cuando el doctor vio mi pie, dijo que no estaba fracturado, pero de todas formas le recomendó a papá que debería hacer reposo y mantener mi pie en alto. Para ese momento mi pie parecía más una pata de elefante con lo hinchada que estaba. Me inyectó una cosa para el dolor — No les diré donde – y luego le dio a mi papá una receta con unas medicinas que debía tomar para disminuir la hinchazón.

Así que, aquí estaba, más o menos 4 horas después del fatídico incidente. Acostada en el sillón de la sala – Ni idea de cómo iba a subir a mi habitación — Mi pie estaba encima de un montón de cojines y Verónica se había asegurado de poner un montón de mantas encima de mí, me había traído un tazón de helado de frutilla con galletas y había puesto la repetición de un capitulo de The Vampire Diaries. No estaba mal, pero Verónica me estaba poniendo malditamente nerviosa cada vez que me preguntaba como estaba.

— No te preocupes por mí, ya te dije que estoy bien. Además, Papá estará conmigo y no estaré sola.

Suspiro – Lo sé, pero todo esto es mi culpa. No debí haberte dejado subir a ese árbol.

— No es tu culpa, yo fui la que se cayó. Esto no tiene que ver contigo, sino más bien con mi incapacidad para mover mis pies sincronizadamente.

Las comisuras de sus labios se levantaron en una pequeña sonrisa – Solo dime que me perdonas y podré irme.

— Te dije que no fue…

Levantó su mano derecha haciéndome callar.

— Por favor, solo necesito que me lo digas para que pueda dormir tranquila esta noche.

— Pero…

— ¿Por favor?

Rodé los ojos – De acuerdo, está bien. Te perdono. ¿Feliz?

Chilló y aplaudió con sus manos dando saltitos – ¡Siiiii! – se inclinó para darme un abrazo y casi me dejó sin aire.

— Te llamaré más tarde ¿sí?

Asentí y ella se fue por la puerta lanzándome un beso mientras lo hacía. Me reí e intenté concentrarme en la televisión, pero ya había visto este capitulo muchas veces y casi me lo sabía de memoria. Supongo que todo lo que había hecho en el día me pasó la cuenta porque ni siquiera me di cuenta cuando caí dormida en el sillón.



No fui a clases el día siguiente porque papá pensó que sería mejor que me quedara en casa, al menos hasta que se me quitara un poco más la hinchazón. No discutí porque ya me veía cojeando subiendo las escaleras del colegio y claramente esa idea no me emocionaba.

Estaba acostada en el sillón. Otra vez. Me había puesto un buzo para sentirme más cómoda y una polera manga corta porque estaba haciendo un poco de calor. Había apretado mi pelo en un moño alto porque realmente estaba comenzando a molestarme, e intentaba sin éxito meterme en el último libro que había comprado en la librería.

El timbre sonó y papá se apresuró hasta la puerta para abrirla. Se suponía que debería estar en el trabajo, pero había decidido quedarse conmigo y trabajar desde su computador en cambio. Miguel estaba en clases y la casa estaba silenciosa como siempre.

Una cabeza con cabello castaño claro se asomó por la puerta y estuve sorprendida de verlo aquí otra vez. Papá lo palmeó en la espalda y se disculpó diciendo que tenía que ir a atender unos asuntos dejándonos solos.

— ¿Cómo estas? – Preguntó Alex en cuanto estuvimos solos.

Hice una mueca – Me duele el pie.

– Eso supuse. No sabía que tenías complejo de gato – Rió suavemente y le lancé el cojín que estaba en mi espalda, pero lo atrapó fácilmente con sus manos aun riéndose de mí — Te busqué en el colegio y tu amiga me contó lo que te había pasado.

— Lo siento, debí haberte avisado que no iba a poder ir a las clases, pero ni siquiera tengo tu número celular.

Se sentó en el sillón de enfrente y me sonrió.

— Esta bien, pero ya que no estas en condiciones de bailar, vamos a ir por el plan B.

Se inclinó para sacar algo de su mochila que había dejado en el suelo y tuve que parpadear para asegurarme de que estaba viendo bien cuando me las tendió.

— ¿High School Musical?

No sabía si estar más sorprendida porque el tenia esta clase de películas o porque había traído las 3. Volví a revisar las cajas de los DVD, 1,2,3. Sip, eran las tres películas.

Lo mire y él se encogió de hombros.

— No están tan mal. Además son los bailes los que nos interesan ahora.

Junte mis cejas — ¿Vamos a verlas?

Se acercó a mi pidiéndome que le pasara las películas y se la tendí. Se arrodilló para ponerlas en el DVD y luego buscó por el control hasta que lo encontró.

— Eso es el plan. Ya que no puedes bailar, es bueno que observes bailarines de diferentes estilos de baile para que puedas ver sus movimientos y la sincronización que tienen con cada parte de su cuerpo.

Me quedé callada, porque no sabía que decir con respecto a eso. La televisión estaba ubicada de modo que solo se podía ver desde donde yo estaba sentada, así que le indiqué que se sentara a mi lado en el sillón. Él aceptó y se acercó a mi lado en el sillón en donde se encontraba mi pie y lo levantó delicadamente, luego se sentó poniendo mi pie encima de sus piernas. Me sorprendió que fuera así de considerado. Distraídamente me pregunté si habría más chicos como él.

Papá me dijo que Miguel me había llevado a mi cama anoche cuando me quedé dormida en la sala y creo que tendré que hacerle tostadas por el resto de mi vida.

Casi 2 horas después, estábamos en la película número 3, en la parte en la que Troy y Gabriella están bailando en el tejado del colegio y no pude evitar suspirar ante la vista.

Alex me miró especulativamente y sentí sus ojos evaluarme, pero no quité mi mirada de la película porque me sentí muy avergonzada de que me hubiera escuchado. Para cuando al fin terminaron de bailar y la lluvia terminó cayendo encima de ellos ya no pude contenerme y suspiré otra vez.

— ¿Qué? ¿No me digas que tú también suspiras por Zac Efron?­­­­­­­­­­­­ — Preguntó Alex divertido.

Resoplé de forma poco femenina – No, está más abajo en mi lista.

— No me digas – Dijo sonriendo — ¿Quién esta primero? ¿Ian Summerland?

Mis ojos se abrieron — ¿Cómo sabes eso?

No había visto mi diario ¿verdad? Tampoco había ido a mi habitación en donde un enorme poster de él estaba pegado al frente de mi cama, para que así pudiera verlo cada vez que despertaba.

— No es difícil adivinarlo cuando te quedas pegada a cada comercial de The Vampire Diaries que dan la televisión y tus ojos se vuelven soñadores cuando él salé en alguna toma.

Le pegué con el cojín – ¡Eso no es cierto!

Alex levantó sus manos en señal de rendición con una sonrisa en su cara – Como digas.

— De todas formas él está en el segundo lugar – Murmuré.

— ¿En serio? ¿Quién es el primero?

Iba a contestar que no iba a decírselo pero levantó una mano para detenerme.

— Esta bien, no tienes que decírmelo. Puedo imaginarlo – Dijo e hizo una pausa — Pero entonces, ¿Por qué estabas suspirando? ¿Recordando viejos tiempo?

— Ni siquiera he estado así de cerca con un chico – Contesté sombríamente.

Frunció sus cejas — ¿A qué te refieres?

— Sé que a estas alturas ya te habrás dado cuenta de que soy un poco atrofiada en el aspecto social, apenas y puedo hablar con alguien, menos del sexo opuesto sin sonrojarme o tartamudear. Aun así siempre me he imaginado bailar con alguien esa canción, sabiendo que estará allí para atraparme si caigo.

Alex solo se quedo en silencio como si estuviera sopesando mis palabras, abrió su boca para decir algo pero al parecer se lo pensó mejor y no dijo nada.

Me acomodé un poco más en mi almohada para seguir viendo a los chicos bailar. Me encontré observando mas sus movimientos mientras bailaban que la trama de la película. Alex tenía razón, esto de observar personas bailando probablemente me serviría para obtener una mejor comprensión de cómo debía mover cada parte de mi cuerpo cuando estuviera bailando.

Tal vez cuando pueda volver a poner mi pie en el suelo sin dar un respingo ante el dolor iba a intentarlo.

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