sábado, 14 de marzo de 2015

Consejo Nº12 (¡Cállate y Baila Conmigo!)

Consejo Nº12:

Saborea cada minuto, cada movimiento y cada paso.



Dejé que el ritmo de la música me llevara y solo me concentré en eso. En los pasos que habíamos ensayado y en los movimientos de Marco para poder reaccionar a ellos. Mover mis piernas después de las de él, simplemente dejar que mi cuerpo tomara el control, saboreando cada movimiento y cada paso.

La música terminó, sus brazos a mí alrededor como nuestro final. Mi respiración estaba agitada por el esfuerzo por lo que intenté apartarme. Salvo que al parecer Marco tenía otra idea en mente. Mantuvo sus brazos aferrados a mi cintura y me tuvo apegada a él.

— Lo hiciste genial.

Asentí, no me estaba sintiendo cómoda con él mirándome así, aparté la mirada, pero su mano tomó mi mentón y me obligó a enfrentarlo. Me quedé inmóvil mientras lo veía inclinar su cabeza hacia mí. Mi corazón empezó a golpear fuertemente y pensé en escapar. Sabía lo que iba a hacer, él había intentado hacerlo un par de veces antes y cada vez me arranqué antes de que lo hiciera, pero ahora solo no pude moverme. Me quedé parada mirándolo hasta que sus labios tocaron los míos.

Cerré los ojos porque la imagen de él tan cerca hizo que empezara a ver doble. Hasta ahora todo bien, me dije a mi misma, relájate. Sus labios empezaron a alejarse y abrí mi boca para decir algo— no sé qué — y entonces….

Mis ojos se abrieron de golpe cuando su lengua se lanzó dentro de mi boca.

Sentí que iba a atragantarme, pero cuando  al fin se separó de mí y me sonrió como si hubiera sido lo mejor, tuve que refrenar mi impulso de hacer una mueca. 

— Nos vemos después — Dijo dando un golpecito con su dedo a mi nariz. Agarró sus cosas y salió hacia las duchas.

Me quedé unos sólidos 60 segundos parada mirando hacia la nada sin siquiera pestañar.

Eso era todo. 

Jamás volvía a soñar tanto con algo.

Me encontré con Verónica fuera del colegio para ir a su casa a ver una película y solo le bastó mirarme para saber que algo había pasado.

— Solo escúpelo de una vez.

Suspiré — Marco me besó.

Los ojos de Verónica se abrieron de par en par — ¿Diste tu primer beso? Oh, estoy tan orgullosa de ti — Me abrazó y luego hizo una mueca — Independientemente de a quien besaste.

Gruñí — Si, no te preocupes, jamás voy a volver a hacerlo.

— ¿Tan malo fue? — Sus cejas se juntaron mientras metía la llave en la puerta de entrada de su casa.

Esperé hasta que estábamos dentro de su habitación sin ningún oído curioso para poder hablar.

— Peor, todavía puedo sentir su lengua en mi garganta, ugh — Me estremecí y me dejé caer en su cama.

— Cariño, eso no fue nada. Cuando tenía 13 años, Daniel, el chico que me gustaba me besó y entonces estornudó. En mi cara.

— Ew, de acuerdo tú ganas, tu primer beso fue peor — Me estremecí.

Se rió — Se vuelve mejor, lo prometo.

— Ni lo pienses, no voy a volver a besar a nadie nunca más — Me paré de la cama y empecé a buscar la película en mi mochila.

Ella rodo los ojos hacia mí y me quitó la película de mis manos para ponerla en su DVD— No puedes decir eso, es infantil.

— Soy infantil entonces, no lo haré y ya está. Prefiero quedarme soltera con un montón de gatos. Ya terminé con la cosa de los amores platónicos. Muchas gracias.

— ¿Con Ian Sumerland también?

Dudé — Bueno, tal vez solo con chicos que en realidad están cerca. 

Verónica esbozó una sonrisa.

— No entiendo porque las personas enloquecen con los besos — Continué. Sin embargo me encontré pensando en cómo hubiera sido besar a cierta persona que no lograba sacar de mi cabeza y me di un golpe mental para dejar de imaginar cosas que jamás ocurrirían. Sacudí mi cabeza con una mueca— Son incómodos y… babosos.

— Creo que Marco solo es una mal besador o… no sabía que era tu primer beso.

Mi boca se abrió — ¿Cómo no iba a saberlo? Probablemente estaba escrito en toda mi cara.

— Te lo dije, el solo se preocupa por él mismo. No creo que se dé cuenta de mucho.

Me tapé la cara con la almohada amortiguando mis palabras— Me siento horrible.

— Tranquila, siempre puedes vomitar si quieres — Me dijo con una risita.

— No lo digo por eso — Me quité la almohada y la miré — ¿En qué clase de persona me convierte esto? ¿Que en cuanto obtiene lo que tanto deseaba entonces ya no lo quiere?

Me quitó la almohada y la puso detrás de su cabeza — Te convierte en una persona normal, que se da cuenta de cosas que no había visto antes y recapacita.

— Aun así me siento mal. Debería estar saltando en un pie de felicidad y en vez de eso estoy aquí quejándome por todo.

— Puedes quejarte todo lo que quieras conmigo, vamos desahógate.

Tomé un gran respiro y empecé a hablar —o a balbucear mejor dicho.

— Todo este tiempo que pasé fantaseando con mi primer beso y ahora siento como si todo hubiera sido una pérdida de tiempo. Ni siquiera me siento diferente. Pensé que me iba a sentir diferente. Que iba a pensar en eso todo el día y que ni siquiera iba a poder dormir bien en la noche. Se supone que es casi la única cosa que podría contarles a mis nietos que no fueran cosas para adultos.

Verónica se echó a reír — Aun puedes contarles un montón de cosas, solo tendrás que censurar algunas.

— Pff, pues eso no tiene chiste.

— Entonces puedes contarles lo mal besador que es Marco. ¡Oh! — Sus ojos brillaron con picardía — ¿Puedo…

Sacudí mi cabeza — Ni lo pienses.

Hizo un puchero — Pero entonces no es divertido.

— Nada de esto es divertido.

— Bueno, pues tendrás que hacer algo. Una vez que un chico te besa hay un 50% de que quiera hacerlo otra vez.

....

Tenía un dolor de cabeza infernal. 

Supuse que se debía al examen de cálculo que habíamos tenido más temprano, porque de seguro murieron una o dos neuronas en el proceso.

Estaba volviendo de la enfermería junto a Verónica, pero entonces ella se encontró con un chico a mitad de camino y se quedaron conversando. Así que seguí adelante para darles un poco de privacidad.

Me detuve en una esquina y me recargué contra la pared. Elevé mis manos a mi cabeza y decidí quitarme la cinta que sostenía mi cabello para así aliviar un poco el dolor hasta que el remedio que me había dado la enfermera hiciera efecto. Empecé a peinarlo con mis manos, pero con un resoplido mejor sacudí la cabeza hacia adelante y luego hacia atrás para que se acomodaran donde deberían estar.

Cuando alcé mi cabeza mis ojos inmediatamente quedaron trabados con los únicos ojos que al parecer no podía dejar de ver.

Alex estaba parado a unos metros, pero aun así pude sentir mis mejillas comenzar a arder cuando comprendí que me había visto hacer el tonto con mi pelo.

Tenía las mangas de su camisa arremangadas hacia sus codos y su corbata un poco floja. Nos quedamos mirando unos segundos que parecieron eternos hasta que un chico salió de lo que supuse era el baño de chicos y ambos empezaron a caminar hacia sus salas.

— ¿Qué fue eso?

Casi se me cae el alma al suelo — ¡Por dios, casi me matas Verónica! — Puse una mano en mi enloquecido corazón e intenté que se calmara un poco.

— Solo porque estabas demasiado ocupada — Se paró más cerca y miró hacia adelante donde Alex y su amigo aun estaban a la vista y luego entrecerró sus ojos cuando se giró hacia mi— ¿Qué fueron todas esas miraditas?

Tragué saliva y evité su mirada — No sé de que estas hablando.

— Y no lo digo solo por ti. Alex no quitaba los ojos de encima tampoco.

Empecé a caminar deseando que solo terminara de hablar, no quería oír esto. No quería hacerme ilusiones o imaginar cosas donde no las había.

 — No eran miraditas, nosotros solo… solo… Dios, olvídalo. No fue nada.

No debía pensar demás sobre esto. Solo me estaba mirando. Eso no significaba nada.

Verónica se me quedó mirando pensativa — Hmmm.

— Además, besé a Marco — Dije en un arrebato intentando que sea lo que sea estuviera pensando se detuviera—  No tengo derecho a seguir pensando en Alex después de eso.

Ella palmeó mi hombro — Claro que si Feña, uno simplemente no maneja sus sentimientos. El que dejaras que Marco te besara no quiere decir que él tiene que gustarte ahora.

Fruncí el ceño —Pero debería —Dije como una niña pequeña contradiciendo a su padres —  Quiero decir, hice todo esto, lo de aprender a bailar para que él saliera conmigo y ahora…

— Y ahora sabes que él no te gusta de verdad.

— Si, pero…

— Nada de peros, no quiero que sigas mortificándote más con esto. No podemos manejar lo que sentimos. Punto.

Dejé salir en aliento en una larga exhalación — Esta bien. 

Verónica sonrió.

— De todas formas no importa — Dije rápidamente — Alex está con esa chica y yo… — Suspiré — Tal vez debería ver qué pasa con esta cosa con Marco.

La sonrisa de Vero cayó, suspiró exageradamente y luego empezó a caminar dejándome atrás.

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#2.5 ¿Solo un beso?

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