Me quito la chaqueta y la dejo en la parte de arriba del sofá, luego me deshago de mis zapatillas y me recuesto.
No me duermo del todo, creo que simplemente me mantengo en un estado adormecido, sobre todo porque este tiene que ser sin duda el sofá mas incomodo del mundo, pero cuando un grito desgarrador rompe el silencio estoy sin duda más despierto que nunca, ni siquiera me detengo un segundo a pensar, me levanto de un salto del sofá y corro hacia la habitación de Julieta, abro la puerta de un golpe y avanzo hacia su cama.
Toda clase de escenarios pasaron por mi cabeza en esos pocos segundos que me costó llegar aquí, pero nada de eso es lo que está sucediendo, en cambio Julieta sigue acostada sobre la cama, pero sin duda está teniendo una especie de pesadilla, su rostro esta apretado y sus manos agarran con fuerza las sabanas mientras solloza.
No quiero asustarla, así que susurró su nombre suavemente esperando a que despierte. Pero no lo hace. Pongo mi mano sobre su frente moviendo su cabello — Julieta.
Lo que solo hace que comience a sollozar mucho más fuerte y ya no puedo más. Rápidamente me acuesto a su lado y la atraigo hacia mí, lo único que quiero es tranquilizarla, pero ella comienza a retorcerse contra mí.
— ¡No! ¡Suéltame!
Su llanto está desgarrando mi pecho y jamás me había sentido así de inútil.
Sin embargo, me mantengo susurrando su nombre con mi mentón encima de su cabeza
— Julieta...
— ¡No! ¡No! ¡No!
— Julieta — Esta vez su cuerpo parece reaccionar a su nombre y deja de moverse en mi contra, pero sus sollozos aun no se detienen — Shhh, solo soy yo, estas bien. Estoy aquí. Por favor despierta.
No sé si esta despierta ahora, pero aun puedo sentir a su corazón latiendo con furia contra su pecho, y es como si el mío intentara saltar de mi propio pecho y llegar al suyo por la forma en la que esta golpeteando.
Su cuerpo parece relajarse al fin contra mis brazos y mi cuerpo parece hacer lo mismo en respuesta.
— ¿Qué estas haciendo aquí? — Pregunta suavemente.
— Te quedaste dormida mientras veíamos la película y te traje hasta tu habitación. Me quedé en el sillón porque no quería dejarte sola.
Puedo sentirla tensarse nuevamente contra mí y me maldigo a mi mismo sabiendo exactamente lo que debe estar pensando.
— Deja de pensar tanto — Dejo salir sin que pueda evitarlo. La siento alejarse un poco de mi e instintivamente la dejo de rodear con los míos sabiendo que quizás ella no me quiere aquí en estos momentos. Que debe estar pensando lo peor de mí.
— No sabes lo que estaba pensando — Murmura.
— Si lo sé, a pesar de lo que creas, no soy un villano. No me aprovecho de chicas inocentes y no me aproveché de ti. Te escuché gritar y vine a ver qué estaba pasando, entonces vi que estabas teniendo una pesadilla y solo quise despertarte.
Ella respira profundamente contra mí y me quedo rodeado por su calor.
— Sé que no lo eres —Susurra poniendo su cabeza sobre mi pecho, sorprendiéndome tanto con su suspiro de alivio que no puedo evitar que mis brazos vayan una vez a su alrededor una vez más — Gracias por venir a despertarme. Odio las pesadillas.
— ¿Qué estabas soñando? Tal vez ayude si me dices.
Hace una pausa por un segundo y me pregunto si me dirá la verdad.
— Fue sobre el asalto al local.
Maldición. Aprieto mis brazos casi inconscientemente contra su cuerpo, maldiciendo que esto aun la persiga.
— ¿Es la primera vez? — Siento mi mandíbula endurecerse en cuanto salen las palabras, esperando, casi rezando que diga que sí, pero sabiendo que no será así.
Ella agita su cabeza y otra maldición sale de mi boca.
— Lo siento Rose, si pudiera alejar tus pesadillas lo haría.
Ella solo se acurruca aun mas contra mí y se siente tan jodidamente bien, que no puedo pensar en nada mas en esto momentos. Respiro el suave aroma de su cabello e intento memorizarlo en mi cabeza.
— Es suficiente con que estés aquí ahora — Suspira.
Mis ojos se cierran, no sé si por sueño o porque se siente tan bien estar así con ella, pero pronto ella se mueve hacia atrás hasta que mis brazos la dejan ir.
— ¿Sebastián?
— ¿Si? — Mantengo mis ojos cerrados, solo escuchándola decir mi nombre. Si esto es un sueño entonces no quiero despertar.
Espero a que siga hablando pero no lo hace, así que abro mis ojos y la observo. Sus ojos se mueven sobre mi rostro como si estuviera buscando algo.
— Creo que debemos dejar lo de la apuesta.
¿Qué?
Miedo y esperanza se estrellan contra mí, no sabiendo lo que significan sus palabras, pero me mantengo tranquilo mientras pregunto— ¿Qué quieres decir?
— Que ya no es necesario, entiendo lo que querías demostrar.
La esperanza gana la batalla y mis labios se curvan en una sonrisa — ¿Qué pasó con la cosa de no conocernos?
Se encoge de hombros — Tal vez saber que me gusta tu sonrisa, es todo lo que necesito saber sobre ti ahora mismo.
Estoy totalmente sorprendido y la risa brota de mi — ¿Mi sonrisa?
— Sabes de lo que estoy hablando — Rueda sus ojos en esa forma que me encanta.
— No, a decir verdad no.
Posa sus dedos con suavidad contra los lados de mi boca, mi cuerpo inmediatamente hormigueando por su toque casual — Estoy hablando sobre esto.
— Oh — Digo fingiendo arrogancia — Tienes razón, todas aman mis hoyuelos.
En realidad, nadie jamás me había dicho nada sobre ellos. Ni siquiera creo que alguna chica se haya fijado en eso antes. Todo lo que importaba era como llevaba la camisa del colegio, mi actitud despreocupada y el color de mis ojos, supongo. Al menos de eso si me habian hablado algunas chicas. Pero eso era todo.
Nada de hoyuelos.
Hasta Julieta.
Me golpea en el pecho, pero su mano es demasiado pequeña como para causar algún daño real. A continuación se aclara la garganta y sé que lo que va a decir a continuación es algo importante. Todo mi cuerpo se queda quieto. Ni siquiera creo que esté respirando.
—Estoy dispuesta a intentar, sea lo que sea esto — Se detiene de repente y veo sus ojos ensancharse con alguna emoción desconocida en su rostro — Quiero decir, si tu... ah... si tu todavía...
Levanto mi mano y pongo mi dedo sobre sus labios — Quiero intentarlo también — Digo rápidamente — Pero tienes que saber que tu sabes mucho más de mí de lo que piensas, jamás le había hablado a alguien sobre mi madre — Espero que mi sinceridad sea suficiente para que ella sepa que esto es real para mi, rozo su labio inferior con mi dedo y luego susurro — Tú eres la primera.
Sus ojos se bloquean contra los míos. Y todo en mi se tensa cuando su mano se pasea suavemente contra mi mandíbula y luego sobre mis labios.
Podría explotar ahora mismo.
Mi corazón empieza a latir con fuerza.
Entonces se inclina y todo el aire de la habitación se precipita sobre mis pulmones.
Pero antes de que mi cerebro se vuelva papilla me alejo de sus suaves labios, sabiendo que posiblemente me arrepienta de esto más tarde, pero sabiendo también que esto es lo que debo hacer ahora.
— Espera — Me enderezo y ella me imita. Su rostro confundido casi me mata, pero me obligo a seguir hablando — Tanto como quiero besarte ahora mismo — Sin querer miro sus labios y cierro mis ojos con fuerza para evitar seguir haciéndolo — Prometí que no iba a intentar besarte mientras fuéramos amigos, junto con la cosa del doble sentido, lo que he cumplido al pie de la letra si puedo añadir, y no quiero que corras como lo hiciste la última vez que te besé.
Abro mis ojos y la veo fruncir sus labios, lo que solo lo hace peor para mí.
— No corrí — Dice.
— Lo hiciste.
Bufa — Solo caminé...
Solo la miro sabiendo la verdad.
—... Deprisa — Suspira y continua— Lo siento.
Sus mejillas se vuelven del más suave rosa y no lo comprendo. ¿Por qué me está pidiendo disculpas?— ¿Por qué?
— Por haber hecho que me... persiguieras — Hace una mueca y luego sus ojos viajan hacia abajo a sus manos.
Pongo suavemente mi mano bajo su mandíbula no queriendo que siga pensando de esa forma, porque yo no lo sentí así — Esta bien, sé que no lo hiciste a propósito. Además — Continuo — Hay que perseguir las cosas buenas, no llegan así nada más.
Cierra sus ojos como si estuviera interiorizando mis palabras y luego asiente— Esta bien. Podemos ser amigos, de todas formas la cosa de los besos tampoco es taaaan impresionante.
Sus labios se aprietan pensativamente y no puedo evitar que mis ojos viajen nuevamente hacia ellos.
Maldición.
Esto va a ser como la abstinencia del alcohol, pero peor. Mucho peor.
— No — Digo negando con la cabeza seriamente — Nada de impresionante.
— Nop.
Se ríe suavemente, seguramente sabiendo las ganas locas que tengo de besarla solo por el hecho de que haya hecho eso.
Suspiro— Siempre arruinas toda la diversión.
Se ríe y me contagia con ella haciéndome reír también
— Ven, vamos a dormir — La atraigo hacia mí poniendo su espalda sobre mi pecho y dejo caer uno de mis brazos contra su suave estomago.
— Buenas noches Rose.
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